Nata Arranz


En el once con absolutamente todos los entrenadores que la disfrutaron, dejó una huella imborrable en el Parquesol de Valladolid antes de vestirse de blanco en el Fundación Albacete. La reestructuración del fútbol femenino y el descenso de las naranjas tras una etapa muy exitosa le convencieron de hacer las maletas y seguir compitiendo en la Segunda División más ambiciosa de la historia hasta el momento. Con las blanquillas, Natalia Arranz (1995) ha sido fundamental desde su llegada mostrando derroche físico, pura potencia, mucho trabajo y una capacidad asombrosa de aparecer en cualquier zona del campo.


En el once con absolutamente todos los entrenadores que la disfrutaron, dejó una huella imborrable en el Parquesol de Valladolid antes de vestirse de blanco en el Fundación Albacete. La reestructuración del fútbol femenino y el descenso de las naranjas tras una etapa muy exitosa le convencieron de hacer las maletas y seguir compitiendo en la Segunda División más ambiciosa de la historia hasta el momento. Con las blanquillas, Natalia Arranz (1995) ha sido fundamental desde su llegada mostrando derroche físico, pura potencia, mucho trabajo y una capacidad asombrosa de aparecer en cualquier zona del campo.

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